En la parashá Vayejí (Bereshit 47:28–50:26), se relatan los últimos días de Yaakov, su bendición a sus hijos y nietos Efraim y Menashé, su muerte y entierro, y también la reconciliación final de Yosef y sus hermanos.
Yaakov, antes de partir, deja un legado espiritual para su familia.
Al bendecir a sus hijos, les transmite no solo palabras de amor, sino una visión sobre su identidad y potencial, anticipando, según la tradición, la historia del pueblo judío hasta los días mesiánicos.
Esto enseña que, pese a las dificultades, debemos preparar el camino para las generaciones futuras. Yaakov se centró en cómo sus descendientes continuarían el pacto con D’, reconociendo las fortalezas y debilidades únicas de cada uno, mostrando que un líder ayuda a otros a alcanzar su máximo potencial.
Por su parte, Yosef, tras la muerte de su padre, logra perdonar a sus hermanos al comprender que su vida forma parte de un propósito mayor en la Historia.
Reflexionemos: ¿Qué legado dejamos en valores y enseñanzas para un mundo mejor? Así como Yaakov y Yosef actuaron con visión de futuro, también nosotros podemos contribuir al desarrollo de la Historia con nuestras palabras y acciones, viviendo para que nuestro impacto trascienda nuestras vidas inmediatas.
¡Shabat Shalom umeboraj!
