Trumá

En esta semana, leemos la Parashá Terumá (Ex. 25:1–27:19),  una porción de la Torá que describe el mandato divino para la construcción del Mishkán, el Tabernáculo o Santuario Móvil.

D’ ordena a Moshé: “Diles a los hijos de Israel que tomen para Mí una terumá (ofrenda) de cada hombre cuyo corazón lo mueva” (Éxodo 25:2).

Esta instrucción, aparentemente sencilla, nos habla de un concepto profundo y esencial para entender cómo D’ habita entre nosotros, incluso en tiempos de dolor y sufrimiento.

Hoy, nos encontramos todavía afectados profundamente por la tragedia de las muertes de Shiri, Kfir, Ariel Bibas y Oded Lifshitz. El dolor es inmenso y nuestras almas se sienten abatidas.

Sin embargo, como comunidad judía, buscamos consuelo y esperanza en la Torá y en nuestras tradiciones. Como nos enseñan las palabras de los sabios, incluso en los momentos de oscuridad, hay luz que podemos encontrar si buscamos con fe.

La tragedia del sadismo cometido en el secuestro, asesinato, y en el espectáculo dantesco del yema de la entrega de los cuerpos de la familia Bibas i de Odes nos llena de dolor y nos enfrenta a las más profundas preguntas sobre la justicia, la fe y la esperanza.

En momentos como este, buscamos consuelo en la Torá, y la parashá Trumá nos ofrece una perspectiva valiosa.

En esta parashá, D’ ordena al pueblo de Israel construir el Mishkán, el santuario donde residirá Su presencia entre ellos. Dice la Torá:

Veasú li mikdash veshochanti betojam” – “Y harán para Mí un santuario, y habitaré entre ellos” (Éxodo 25:8).

Nos enseña que la Presencia Divina no habita en edificios u objetos, sino en el corazón de cada persona justa y de buena voluntad (sea judía o no judía), en la santidad de su vida y en su aporte a la continuidad de una mejor humanidad.

Shiri, Kfir, Obed y Ariel, como tantas víctimas de la barbarie, nos deja con un vacío inmenso, pero su memoria no debe ser en vano. Ellos fueron parte de nosotros como identidad colectiva, y nuestra respuesta debe ser reforzar nuestra emuná, nuestra unidad y nuestro compromiso con el bien.

El sufrimiento del pueblo judío ha sido largo y difícil, pero seguimos construyendo, seguimos adelante. Que la memoria de la familia Bibas y de Odeb sea para bendición y bien, y para impulsarnos en justicia y no en deshumanizarnos.

Que nuestros corazones sean Santuarios donde pueda habitar la Shejiná (la Presencia Divina), sepamos preservar lo mejor de nosotros en nuestros corazones y no nos dejemos arrastrar por la provocación a la que se nos quiere arrastrar.

Y que D’ nos conceda la redención y la paz verdadera, bimeherá beiameinu (pronto y en nuestros días).

                                                                                                           Shabbat Shalom.

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