En la parashá de esta semana (Ber. 25:19-28:9) aprendemos básicamente sobre la historia de Esav y Yaakov, cómo aquel vende a éste la primogenitura, el viaje de Ytzjak y Rivká a Guerar, la bendición de Ytzjak a Yaakov, y la huida de este último para evitar que su hermano mayor lo mate.
Ya desde el primer momento durante el embarazo Rivká percibe en su interior una disputa entre las dos personalidades que se van formando en su interior.
Por un lado está la personalidad de Esav (hombre de acción, de pocas palabras, dedicado a las actividades físicas al aire libre -incluso en el texto hebreo su hablar es particularmente “poco sofisticado” por decirlo amablemente-, a resolver todo desde la reacción emocional directa
Por el otro lado está la de Yaakov, un muchacho “de los campamentos”, hogareño, más reflexivo, y (según la interpretación clásica a partir de Rashi y otros autores), más el tipo intelectual y estudioso, no necesariamente virtuoso pero sí más de la inteligencia que de la reacción impulsiva.
Al margen de la vinculación en el TaNaJ del rol de cazador (Esav) con la violencia, el despotismo, la tiranía y la crueldad; y el de pastor (Yaakov) con el cuidado amoroso, la guía, el liderazgo y la sabiduría aplicada; tenemos en claro algo: son dos personalidades distintas con dos formas de resolver los problemas.
Está clara en el texto la pelea dentro de Rivká de estas dos personalidades que le causa gran sufrimiento (Ber. 25:22-23), que claramente desde la psicología cabalística representa los distintos impulsos opuestos que conviven en el interior de toda persona (el yétzer harrá y el yétzer hatov, el impuso reactivo y el impulso reflexivo, el instinto de auto-preservación y el impulso de generosidad, etc.).
En fin, esa lucha representa todos los pares de contradicciones internas con las que nos encontramos en nuestro decidir diario de qué hacer, qué camino tomar, cómo resolver una situación, y cómo aprender a ir refinando la personalidad; para lo cual tenemos la guía del TaNaJ, toda la literatura ética clásica judía (Musar), las mitzvot y el dérej-éretz (el comportamiento debido).
Esas herramientas, las buenas compañías y la guía adecuada de un buen rabino de confianza nos dan la ayuda en este proceso de ser menos “gentes silvestres” como Esav, y más “personas sensibles y pensantes” como Yaakov; que no quiere decir pasivos ya que Yaakov supo siempre ser hombre de astucia y acción cuando la situación lo requirió.
Que sea Su Voluntad y nuestro esfuerzo el que aprendamos a recurrir a las fuentes y a las amistades que nos enseñen siempre a ser más reflexivos, más inteligentes; y a saber dominar las pasiones para poder integrar todos nuestros impulsos como personas de bien, éticos y responsables para superar así toda dualidad interna en una personalidad cabal, justa, perfecta y útil en la construcción de un mundo mejor.
Shabbat Shalom
