En las últimas parashiot del libro de Bamidbar, encontramos la historia de las hijas de Tzelofjad, que en parashá Pinjas habían logrado que se les reconozca el mismo derecho de herencia que a los varones de otras familias.
Pero el relato no termina allí. En Parashat Maasé, los líderes de la tribu de Menashé (la tribu de Tzelofjad) presentan una inquietud: si estas mujeres heredan y luego se casan con miembros de otra tribu, las tierras pasarán a otras manos, alterando el equilibrio tribal (Bam. 36:1-4).
D’ instruye entonces que las hijas de Tzelofjad deberán casarse dentro de su propio clan, para preservar la herencia familiar (Bam. 36:5-13).
A primera vista, este nuevo mandato podría parecer una marcha atrás. Sin embargo, muchas pensadoras judías ortodoxas, desde Blu Greenberg hasta Michal Tikochinsky, nos invitan a mirar más profundamente.
Lo que vemos aquí no es un retroceso, sino una tensión real entre dos valores importantes: la justicia hacia el individuo y la cohesión del colectivo. La Torá no borra el derecho ganado por las hijas, sino que lo encuadra dentro de una preocupación más amplia: la necesidad de encuadrar los avances dentro del marco social real.
El desafío de toda halajá viva es justamente ese: equilibrar la innovación con la continuidad, la voz individual con la estructura común.
Lo más notable es cómo estas mujeres aceptan ese equilibrio. Se casan dentro de su tribu, como se les indicó, sin perder ni dignidad ni firmeza.
Su historia es un testimonio de cómo se puede cambiar el mundo desde adentro, sin romper el marco, sin gritar, sin desobedecer, sino con convicción, emuná y amor por la Torá.
En tiempos donde muchas voces claman —y razón— por reformas y justicia, las hijas de Tzelofjad nos enseñan un camino ejemplar: el de quien levanta la voz con respeto, provoca un cambio real y acepta los límites temporalmente necesarios para sostener un bien mayor.
Recordemos que según TB Taanit 31b ese mandato fue solo para esa generación y ya Josué la abolió apenas ingresadas las tribus a Canaán, por lo que se trató de una restricción meramente temporal para facilitar el cambio. A veces es necesario dar dos pasos adelante y uno atrás para que el resultado final sea de progreso.
Así, con inteligencia práctica este episodio nos muestra un modelo eterno de valentía con humildad, de liderazgo con fidelidad.
