Esta semana terminamos las tres semanas de preparación al 9 de Av, y apenas salgamos de Shabbat entramos en el único ayuno rabínico que tiene la misma duración y restricciones que Yom Kippur, el ayuno del 9 de Av en recuerdo de las dos destrucciones del Templo de Yerushalaim y las diversas catástrofes de la comunidad judía a lo largo del tiempo.
“Estas son las palabras (devarim) que habló Moshé a todo Ysrael…”, esta semana dimos comienzo al quinto y último libro de la Torá que nos va a acompañar todo este final de Año Litúrgico hasta que recomencemos con bereshit en Simjat Torá.
Devarim son palabras de despedida, un testamento de amor de Moshé al Pueblo para que recuerde su identidad, el pasado que lo formó, las experiencias que atravesó, y se afirme en su pacto con el Eterno antes de emprender el ingreso a la Tierra Prometida. Son palabras de amor, de cuidado, de recuerdo, y destinadas a instar a la unidad, a la fraternidad, y al compromiso conjunto en un proyecto identitario común.
Frente a eso, tenemos las otras palabras, las de destrucción, malicia, humillación y violencia del “sinat jinan” (odio gratuito e inmotivado), que según nuestros Sabios de Bendita memoria (ja´´zal) fueron la causa que debilitó, dividió y enfrentó entre sí a los integrantes de la comunidad judía y los llevó a la destrucción del Segundo Templo en el año 70 de nuestra era (TB Yomá 9b).
Las palabras pueden construir y ser expresión de amor y de cuidado (como en Devarim), o destruir como manifestaciones de desprecio y de deseo de muerte del otro como el sinat jinan generalizado que llevó al 9 de Av.
Vivimos en una época de atomización de los vínculos, en el que tanto dentro de la comunidad judía como dentro de las distintas naciones, grupos, religiones (y también entre todas esas diferentes expresiones identitarias entre sí) reinan los individualismos, los odios, el desprecio al otro.
Estamos plagados de discursos de deshumanización del distinto e incluso de llamadas a destruir al diferente, pero recordemos que ese odio llevó a la división y a la destrucción ese 9 de Av.
Recordemos que en un mundo cada vez más interconectado como el nuestro, somos cada vez más habitantes de una misma aldea global, una misma tribu planetaria.
No nos dejemos atrapar por discursos divisorios de los que lucran con el enfrentamiento pero que a la larga nos llevan a la destrucción mutua. Al sinat jinan opongamos el amor, el respeto, el cuidado y la empatía hacia el otro.
Porque diferencias siempre van a haber hasta entre hermanos de sangre, lo importante es no perder nunca de vista el rostro humano del otro que finalmente nos iguala a todos los descendientes de Adán y Eva.
Shabat Shalom umeboraj.
