Introducción
Pésaj y Shavuot no son dos festividades desconectadas, sino las dos mitades de un mismo viaje espiritual. Desde la salida de Egipto hasta la entrega de la Torá en el Sinaí, Israel camina desde la liberación física hacia la libertad espiritual, desde el abandono de la esclavitud hasta la asunción del pacto.
Como dice el Sforno en su comentario a Shemot/Éxodo 12:42, el propósito de la salida de Egipto no fue simplemente la libertad física, sino la posibilidad de servir a Dios en libertad, como dice Moshé al faraón:
“Envía a mi pueblo, para que me sirvan” (שַׁלַּח אֶת־עַמִּי וְיַעַבְדֻנִי) — Shemot / Éxodo 7:16
1. La cuenta del Ómer como puente entre dos montes
Entre Pésaj y Shavuot se extiende la Sefirat haÓmer, la cuenta de siete semanas, como un camino de preparación interior. El Sefer HaJinuj (Mitzvá 306) enseña que:
“Se nos ordenó contar desde el día siguiente al primer día de Pésaj hasta el día de la entrega de la Torá para mostrar cuán grande es nuestro anhelo hacia el día en que recibimos la Torá.”
Esto revela que la libertad sin propósito no es libertad verdadera, sin orientación y sin sujeción a principios y normas corre el riesgo de desvanecerse en una falta de concreción, o puede volverse una fuerza destructiva y hasta autodestructiva. La salida de Egipto es el medio, no el fin. El fin verdadero es el encuentro en Sinaí.
2. ¿Qué es la libertad?
En la cultura moderna, libertad suele significar “hacer lo que uno quiere”. Pero la Torá enseña lo contrario: la verdadera libertad no es la ausencia de reglas, sino el descubrimiento de un propósito. Como enseña el Midrash Mejilta de Rabí Ishmael:
“No hay libre sino quien se ocupa en el estudio de la Torá”
— Mejilta sobre Éxodo 32:16
Esto se basa en la célebre lectura de los Jajamim sobre las tablas del pacto, que estaban:
“Grabadas sobre tablas” (חרוּת על הלוחות)
Y dicen los sabios en Pirkei Avot 6:2: “No leas jarut (grabado), sino jerut (libertad)”.
Porque la Ley Divina grabada en la piedra representa la verdadera libertad del alma: ser guiado por principios éticos, por una visión del bien que trasciende los impulsos pasajeros o los cálculos y conveniencias políticas del momento.
3. La entrega de la Torá como “coronación” del pueblo
En Pésaj nacemos como un grupo desligado de las ataduras externas que nos impiden llegar a ser nosotros mismos; en Shavuot somos coronados como una comunidad con una identidad propia llamados a vivir en Santidad, Justicia y Ética.
Esto conecta con el versículo en Éxodo 19:6:
“Y ustedes serán para Mí un reino de sacerdotes y una nación santa” (מַמְלֶכֶת כֹּהֲנִים וְגוֹי קָדוֹשׁ)
La realeza espiritual de Israel no reside en su poder militar o político (Tehilim/Salmos 20:7), sino en la elección ética, en el llamado a testimoniar la Voluntad Divina de ser en la tierra en Verdad, Justicia, Misericordia y Paz. El Sinaí es la coronación espiritual que da sentido a la liberación de Egipto, el norte que siempre debe guiar el accionar judío y el parámetro que mide si algo es expresión auténtica del ser judío o nó.
4. El pacto como responsabilidad ética
Recibir la Torá es aceptar un código ético que regula cada aspecto de la vida. Como dice Rambán (Najmánides) en su comentario a Éxodo 20:2:
“El prólogo de los Diez Mandamientos empieza con la mención de la salida de Egipto para establecer la obligación moral de obedecer a Dios, no solo por ser Creador, sino por ser nuestro Libertador.”
La autoridad moral de la Torá nace de la experiencia de la esclavitud: quien ha sido oprimido aprende a no oprimir. La libertad es valiosa cuando nos vuelve sensibles al sufrimiento del otro.
Así también enseña el Talmud (Bavá Metziá 59b) con base en Shemot/Éxodo 22:21:
“Dado que ustedes fueron esclavos en Egipto, no opriman al residente de origen foráneo.”
Es decir: la Ley no niega la libertad; la expresa y la canaliza. Nos recuerda que la verdadera libertad no es hacer lo que queremos, sino lo que es justo.
Conclusión
Pésaj sin Shavuot es una puerta sin camino, un obrar sin dirección que se desvanece o se vuelve en contra. Shavuot sin Pésaj es una meta sin partida.
La Torá no fue dada a esclavos, sino a hombres y mujeres liberados, conscientes, capaces de elegir. Y la libertad no se completa sin la ley que la oriente.
Así, La Torá y la libertad son una sola cosa. Donde está la Torá, allí está la libertad verdadera, solo hay verdadera Torá desde la libertad, y si no libera no es Torá al igual que si deriva en opresión no puede ser una expresión genuina de Torá.
Que en esta época del año, podamos renovar nuestro pacto con la libertad y con la Torá, y así ser dignos de coronarnos con la luz de Sinaí.
