Las parashot Behar y Bejukotai que se leen juntas esta semana presentan una estructura conocida: bendiciones si se cumplen los mandamientos, maldiciones si se los transgrede.
Esta formulación puede parecer un esquema simplista de premios y castigos. Sin embargo, Maimónides (Rambam) ofrece una interpretación más profunda y ética de este principio.
En su Mishné Torá, Hiljot Teshuvá 9:1, Rambam aclara que las bendiciones materiales que promete la Torá no son un fin en sí mismo, sino medios que permiten al ser humano vivir con serenidad y dedicarse al conocimiento de Dios y al cumplimiento pleno de los preceptos:
“El bien que la Torá promete […] no es para que lo deseen los justos ni sea el objetivo de su observancia, sino para que tengan tiempo libre para estudiar y dedicarse a la Torá sin dificultades.”
Es decir, el ideal no es la recompensa material sino la vida ética y espiritual que permite el crecimiento interior y comunitario.
En su Guía de los Perplejos (III:27), Maimónides profundiza aún más al afirmar que las mitzvot están orientadas a la perfección del ser humano y de la sociedad:
“La finalidad de toda la Torá es el establecimiento del bienestar entre los individuos y entre las comunidades.”
Desde esta perspectiva, las consecuencias mencionadas en Bejukotai no deben entenderse necesariamente como castigos sobrenaturales, sino como efectos naturales y sociales de nuestras acciones.
Una sociedad que vive según los principios de justicia, equidad y compasión prospera en todos los sentidos.
Por el contrario, cuando estos valores se corrompen, sobrevienen el deterioro moral, la fragmentación social y, en última instancia, el sufrimiento colectivo.
Este enfoque nos compromete profundamente: nuestras acciones (tanto personales como comunitarias) tienen impacto real; n solo sobre nuestro destino individual, sino también sobre la salud espiritual y moral de la comunidad a la que cada cual pertenezca.
Behar-Bejukotai nos recuerda que la observancia no es un regateo con lo divino, sino un camino de responsabilidad ética.
No buscamos premios; buscamos construir una vida, una sociedad y un mundo que encarnen los valores de la Torá. Esa es la verdadera bendición.
Shabbat shalom.
