Parashá Reé: Los Falsos Profetas

Esta semana toca leer la parashá Reé (Dev./Dt. 11:26-16:17), es la más larga del libro de Devarim/Deuteronomio y contiene multitud de normas y advertencias. Me quiero enfocar en la de los falsos profetas.

El problema de los falsos profetas es que no se niega en la Torá que puedan realizar “signos y portentos”; incluso se indica que es muy posible que realicen hechos prodigiosos o extraordinarios que puedan parecer una señal de aprobación de parte del Eterno.

Sin embargo, el texto es claro: no importa si el “milagro” se produce o no. Incluso si lo hace eso no prueba nada si su fin es apartar a la gente del camino recto.

Devarim 13:2-4 es claro en este sentido en que el test definitivo es si nos aparta del culto a D´ y de seguir los lineamientos éticos y de conducta de la Torá, o si nos lleva a un mayor compromiso con D´ y sus instrucciones de cómo ser mejores personas. Si nos desvía hacia otros “dioses” es idolatría y falsa profecía.

Una religiosidad o espiritualidad sana no puede quedarse en un juego de trucos de magia como si fuésemos chicos de cinco años que nos dejamos llevar por la persona que mejor nos deje la boca abierta por el acto más raro.

Ser adultos es ser personas con capacidad crítica y de analizar si algo me eleva o me rebaja, si me hace mejor persona o si me encierra en el egoísmo.

Tenemos las historias del Tanaj (Biblia hebrea) sobre cómo muchos grupos que siguieron a falsos profetas terminaron por desviarse del buen camino y caer en la idolatría, la corrupción y la destrucción espiritual incluso bajo el pretexto de estar sirviendo a D´.

Hoy en día también hay muchos “videntes” y falsos profetas que ya no visten túnicas ni llevan largas barbas (o quizás algunos sí), sino que nos halagan los oídos e incluso puede ser que hagan “prodigios” (presentarse como gente exitosa en la vida con yates, dinero, influencia para cambiar la vida propia y de la gente que los siga, etc.).
Incluso también pueden tener la apariencia de tradición, piedad, religiosidad, genuino interés, buenas intenciones, patriotismo, lo que se les ocurra.

En el mundo actual de las redes sociales, los juegos virales, los blogs y canales populares, es muy fácil crear con buena producción “prodigios” que atraigan a mucha gente hacia ideologías peligrosas, teorías de conspiración, y verdades a media que desorienten y confundan a las personas y a los grupos hacia caminos de degradación ética y autodestrucción tanto espiritual como física, tanto individual como comunitaria.

Así, como en los tiempos del Tanaj, esta gente busca nuestra atención y nuestra lealtad. Pero no todo lo que brilla es oro, y no todo lo que parece convincente es verdad.

Como dijo Yirmiyahu (Jeremías): “No escuchen las palabras de los profetas que les profetizan: les alimentan de esperanzas vanas, hablan visión de su propio corazón, no de la boca de A´” (Yirmiyahu/Jeremías 23:16).

En esta era de la información, donde el acceso al conocimiento está al alcance de todos, también estamos expuestos a una sobresaturación de datos que puede llevar a la desinformación. Estamos ante el desafío de distinguir lo verdadero de lo falso, lo sabio de lo insensato.

Así como nuestros antepasados tuvieron que aprender en carne propia la necesidad de distinguir entre los profetas verdaderos y los falsos (y sufrieron las consecuencias cuando eligieron la falsedad), nosotros tenemos que tener cuidado con lo que aceptamos como verdad, especialmente cuando proviene de voces que parecen convincentes pero pueden llevarnos a la destrucción y la degradación.

Como comunidad judía, estamos llamados a ser un “pueblo sabio y entendido” (Devarim 4:6). Como decía Rámbam (Maimónides): “los juicios de la Torá no [traen] venganza al mundo, sino que traen misericordia, bondad y paz al mundo” (Mishné Torá, Sefer Zmanim, Shabbat 3:3), y la Torá se presenta como la revelación de un D´ que es Misericordioso, Clemente, Grande en bondad y verdad y a la vez Justo (Shemot/Ex. 34:6-7).

Cuando nos traigan un mensaje preguntémonos: ¿Esto está en armonía con nuestros valores? ¿Promueve la bondad, la justicia y la verdad?. Fomentemos en nuestras familiar y comunidades una cultura de estudio de las fuentes judías y también de cuestionamiento sano y de aprendizaje continuo.

 

Enseñemos a nuestros hijos y a nosotros mismos a no aceptar todo lo que ven o escuchan sin un análisis crítico. Estemos siempre dispuestos a investigar, a preguntar, y a profundizar en nuestra comprensión.

Finalmente, recordemos la importancia de la comunidad. En un mundo donde se exalta el individualismo, no olvidemos que es en la comunidad donde encontramos consejo, apoyo, y guía. Juntos, podemos ayudarnos a discernir y a mantenernos en el camino recto que nos fue trazado.

Que obtengamos la sabiduría para reconocer la verdad, el coraje para rechazar la falsedad, y la fortaleza para mantenernos firmes en nuestra integridad como hicieron nuestro patriarca Abraham y todos los grandes profetas y héroes de nuestra tradición. Buena semana.

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