(caligrafía de “ahavá”, la palabra hebrea para “amor”, créditos a quién corresponda)
La semana pasada sólo pude escribir sobre el ayuno del 9 de Av porque luego tuve un congreso del miércoles al domingo, y no logré redactar algo a tiempo para Shabbat sobre la parashá “Vaetjanán” (Devarim/Deut. 3:23-7:11). Esta semana tocaría escribir sobre parashá “Ékeb” (Dev. 7:12-11:25) pero bueno, también apareció otra festividad (mucho menor) del 15 de Av así que ahí vamos.
Históricamente el 15 de Av no tuvo mayor importancia salvo el tema de no decir tajanún (plegarias diarias de confesión de faltas y súplicas de perdón que se omiten en Shabbat y días festivos) y alguna que otra práctica tradicional de alguna comunidad local puntual.
Hoy en día se toma como una forma judía del 14 de febrero para celebrar el amor.
Es una celebración en Luna Llena después de un día de luto comunitario global (9 de Av.), pero hay una tradición en la Mishná que lo vincula con el amor y con la danza y explica por qué, en el “revival” actual de la fiesta, muchas veces se la aprovecha para celebrar con música y danzas grupales.
Dice la Mishná en el Tratado de los Ayunos (Taanit), capítulo 4, parte 8 (pongo la parte del texto relevante para este artículo): “Rabban Shimón ben Gamliel dijo: No hubo días tan alegres para el pueblo judío como el quince de Av y como Yom Kipur, en los que las hijas de Jerusalén salían con ropas blancas, [que cada mujer] tomaba prestada [de otra. ¿Por qué fueron prestados? Lo hicieron] para no avergonzar a quien no tenía [sus propias ropas blancas]. Todas las prendas requieren inmersión [en el sentido de baño ritual en caso de que la última persona que la haya usado haya incurrido en algún hecho de impureza ritual]. Y las hijas de Jerusalén salían a bailar por las viñas.
¿Y qué dirían? Joven, por favor, levanta los ojos y mira lo que eliges [como esposa]. No pongas tus ojos en la belleza… [, como dice el versículo:] “Engañosa es la gracia y vana la hermosura, pero la mujer que teme a A´, será alabada” [Proverbios 31:30], y dice: “Dadle el fruto de sus manos, y alábenla sus obras en los portales” [Proverbios 31:31].
Y de manera similar dice “Salid, hijas de Tzión [colina de Jerusalén identificada con el emplazamiento histórico del Templo de Salomón y su reconstrucción posterior por Zorobabel], y contemplad al rey Salomón, con la corona con que lo coronó su madre el día de sus bodas, y el día de la alegría de su corazón”. [Cantar de los Cantares 3:11]. “El día de sus bodas”; esta es la entrega de la Torá [en referencia a la entrega de las segundas tablas del Decálogo en Yom Kipur]. “Y en el día del gozo de su corazón”; ésta es la construcción del Templo...”.
Después del luto de la destrucción del 9 de Av viene pues la promesa de la continuidad, la alegría y la nueva vida engendrada a través del amor.
Después de la solemnidad de Yom Kippur, viene la alegría de la reconciliación, del perdón y de la reunión con la Divinidad en el simbolismo del festejo de una boda entre el Pueblo y D´, entre el alma y su Creador y Renovador.
La idea de limpieza, de cambio de estado (de sacarse el luto de encima, de limpiarse de la impureza ética de las transgresiones y faltas, de formar pareja y construir un nuevo hogar) está marcado no solo por el color blanco de las prendas, sino también por el lavado ritual purificatorio previo.
Yendo ahora sí al tema del amor: la idea de un vínculo afectivo como algo sagrado, algo especial y particularmente significativo es una idea clave en el concepto judío de matrimonio.
Si bien por un tema de época, geografía y culturas de la zona se admitió antiguamente la poligamia, el ideal en las Escrituras siempre fue monogámico (la idea de la unión como consagración, de algo único y especial que no se comparte con otras personas y que se refleja en las bendiciones nupciales y las fórmulas que rodean el rito matrimonial judío).
Como algo especial y sagrado, la relación de pareja es un Templo, un espacio que debe ser puro y donde no deberían entrar impurezas, cuestiones profanas, ni nadie ajeno a la relación; un ámbito aparte donde el trato debería ser de máximo cuidado, apoyo, escucha y atención y con dedicación plena como la que sería necesaria para mantener una prenda blanca siempre inmaculada.
Y, si por alguna cuestión esa pureza de conducta, ese cuidado, esa atención se mancha o rompe; que siempre se pueda zurcir, arreglar y purificar por medio de un lavado (un cambio de conducta) que le restituya lo más posible su estado prístino.
No es que la atracción física no sea importante (después de todo, la intimidad física es uno de los sostenes de la mayoría de las relaciones y claramente todo lo que la favorezca va ayudar a la unión de la pareja); pero es evidente que no puede ser el centro de la cuestión y más cuando lo que en un momento nos atrae después nos puede dejar indiferentes o incluso provocar cansancio o rechazo; y además la gente puede ir pasando por cambios con el tiempo que impacten en su forma de encajar en los patrones sociales de belleza sin que eso les quite valor ni riqueza como personas y como compañeras de vida.
Lo que dice la cita es que lo importante es el obrar, la conducta, lo que terminamos haciendo; no las palabras que decimos ni los juramentos que nos hacemos o los proyectos que ideemos o declamemos. Lo que termina impactando en la relación (y lo que termina construyéndola, sosteniéndola o hundiéndola) es el trabajo que le ponemos en demostrar con hechos, con gestos concretos, nuestro amor por nuestra pareja.
Todo eso, en un accionar que (como el Templo) no alcanza con haberla construido una vez, sino que precisa una reconstrucción, una reparación, una restauración y un mantenimiento constantes si queremos que perdure y que no se destruya y quede en ruinas.
Amar no es solo un sentimiento, amar es un verbo y a mí me enseñaron que un verbo es una acción que se realiza. Amar en hacer por el otro, con el otro, por el otro y teniendo en cuenta al otros.
Que podamos con nuestras acciones crear relaciones que sean un Templo de amor, compromiso y cuidado mutuo; y que hagamos del Mundo entero un Santuario de Verdad, Justicia y Buenas Acciones donde se manifieste de forma patente la Shejiná, la Presencia Divina.
¡¡Buena semana!!
