La semana pasada cerramos el libro de Bereshit (Génesis), con el último relato de los hebreos como miembros de una familia de descendientes de Abraham.
A partir de Shemot (Éxodo) empieza la épica de los hebreos como pueblo en su lucha por la existencia y por una relación con D’ ya no solo desde lo personal, sino también desde lo comunitario.
Todo empieza a tomar una dimensión social, y la justicia empieza a ser una cuestión comunitaria.
La Parashá Shemot empieza con la ingratitud del Faraón y del pueblo egipcio hacia quienes los favorecieron, engrandecieron y salvaron de la hambruna y del desastre, esclavizando a los hebreos.
Empezamos con el contraste entre la crueldad de Faraón, quien olvidó las contribuciones de Yosef y oprimió al pueblo hebreo, y los actos de empatía de Batya (la hija de Faraón) y Moshé (Moisés).
Batya, desafiando las órdenes de su padre, rescata al bebé Moshé enseñándonos que la compasión trasciende las barreras. Moshé, al defender al esclavo maltratado, nos muestra que la empatía debe llevarnos a la acción y no quedarse en plegarias y buenos deseos.
También Moshé, al defender a las hijas de Itró de los pastores agresivos en Madián nos demuestra que la justicia debe ser activa y universal.
Itró, reconociendo el valor de Moisés, lo recibe en su hogar con gratitud y lo integra a su familia, mostrándonos que la solidaridad no conoce fronteras. Estos actos nos inspiran a superar prejuicios y actuar con justicia y bondad hacia todos, sin importar su origen.
Asimismo, Moshé y Aarón no dudan en enfrentarse al propio Faraón en su cara, en su palacio y ante su corte para enrostrarle su injusticia y exigir la liberación de sus hermanos.
Esta sección nos llama a no ser indiferentes ante la injusticia y a construir un mundo basado en la solidaridad y la justicia.
Y que pronto todos los cautivos de la Masacre de Octubre vuelvan sanos y salvos a sus hogares.
Shabat Shalom.
