“Nova, el día que la música cesó” 1° aniversario 7OCTUBRE

Este lunes se cumple un año desde ese 7 de octubre en el que grupos radicalizados de gazatíes a las órdenes del grupo terrorista Hamas decidió atacar poblados pacíficos y ciudades judías de las zonas aledañas (muchos de los cuales incluso eran solidarios con los palestinos de Gaza) e incluso un festival de música en favor de la paz entre Israel y Palestina (atacaron población indefensa e incluso muchos aliados en su ceguera de ver a cualquier judío que encontraran como un enemigo a aniquilar).

         Un ataque indiscriminado en época de no agresión que dejó un saldo (del lado agredido, que fue el israelí) de 766 civiles asesinados, 373 miembros de fuerzas de seguridad caídos en combate, unas 250 personas secuestradas y llevadas a Gaza de las cuales 37 personas podrían haber sido asesinadas en el ataque inicial y sus cadáveres trasladados, exhibidos y paseados como trofeos macabros en medio de festejos insanos y perversos cebados en el odio y la alegría ante el sufrimiento y la muerte ajenas.

         Desde el 7 de octubre fueron liberadas unas 117 personas. De ellas, más de 100 durante el cese al fuego de una semana a finales de noviembre a cambio de 240 palestinos detenidos en Israel; además de ocho personas liberadas durante operaciones militares israelíes incluyendo un ciudadano árabe israelí beduino rescatado dentro de un túnel en el sur de Gaza.

         De los secuestrados que quedan, solo hay estimaciones de cuántos pueden estar aún con vida y cada vez disminuye la posibilidad de un rescate exitoso que los devuelva a sus familias.

         También está secuestrada en el conflicto una población civil gazatí que no intervino en el conflicto ni fue cómplice de mantener prisioneros a los civiles capturados en territorio israelí; población civil presa de un grupo radicalizado y terrorista que impidió en su momento que su propia gente pudiera desplazarse a zonas seguras.

         Y esta población civil gazatí no solo fue víctima de sus propios dirigentes ahora, sino que durante años la organización terrorista acaparó recursos internacionales de ayuda humanitaria para tenerlos extorsionados y sometidos a cambio de obediencia, y usó el dinero dirigido a salud y bienestar de la población a crear infraestructura de guerra en vez de condiciones de vida digna de su propia gente.

         Pero también están, de ambos bandos, los que han quedado secuestrados en sus vidas diarias por un conflicto que nunca debería haber existido si desde el comienzo ambos bandos hubiesen reconocido el derecho del otro a una vida digna y plena en un territorio con conexiones históricas y culturales para ambos pueblos, y que tiene el potencial de albergar a ambas partes en cooperación y vida digna y en abundancia.

         La forma política de organización y coexistencia que permita realizar esa posibilidad es secundaria; y en todo caso instrumental al objetivo primario que es el bienestar y la vida plena en paz, dignidad y seguridad de los individuos y familias de los bandos implicados.

         No debemos olvidar a ninguna de las víctimas de la guerra, y en todo caso plantearnos qué medidas fueron hasta ahora efectivas para lograr el mayor número de liberación de rehenes y cuáles fueron fracasos que en todo caso terminaron con el hallazgo de cuerpos asesinados durante las incursiones militares e incluso víctimas de “fuego amigo” (y creo que la respuesta está a la vista).

         “Tráiganlos de vuelta a casa” es el grito que como judíos nos une a todos respecto de los secuestrados; demandemos entonces de los que tienen en sus manos la toma de decisiones las medidas que ya se vio que llevaron a liberar rehenes y no las que favorecieron su muerte en cautiverio.

         Pero para eso es necesario liberarnos de nuestros cautiverios mentales, de los secuestros ideológicos que nos impiden ver otras salidas que la respuesta punitivista limitada al hecho del momento en lugar de indagar en los problemas estructurales que regulan las violencias sistémicas existentes entre las partes y que llevan a que cada lado a ver las armas como la única respuesta.

         Necesitamos desaprender esos mecanismos mentales y esas cegueras. Aquí nadie es Josué, ni nadie es Balac; no estamos en la época de Eretz Canaán sino en el siglo xxi, y ya el judaísmo se ha refinado a través del mensaje de los profetas y los sabios y de su llamado a la ética y a la construcción de un mundo fundamentado en Paz, Justicia y actos de Bondad.

         Que sigamos reclamando por la vuelta de los secuestrados remanentes y aprendamos a reclamar por soluciones de paz, convivencia y justicia que permitan una convivencia armoniosa e integrada que impida que estos hechos vuelvan a ocurrir, y que así llegue el día en que se cumplan las palabras del profeta Mijá (Miqueas):

         É´l juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones poderosas hasta muy lejos; y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más para la guerra. Y se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien los amedrente; porque la boca de A´ de las multitudes lo ha hablado” (Mi. 4:3-4).

                                    גמר חתימה טובה!!

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